Cómo olvidarte camarada, amigo, compañero Presidente. Tu gesto y tus últimas palabras, se alzan contra las calumnias, las difamaciones, la cobardía, la felonía y la traición de aquellos que con la fuerza y la sin razón, movidos por el odio y por intereses personales, apagaron los sueños de un Chile realmente para todos los chilenos. Lo apagaron con crímenes, torturas, robos, e institucionalizando la violencia, la delincuencia, la arbitrariedad amparados bajo el uniforme de la patria y los civiles bajo la llamada impunidad.
En este mes, valgan las contradicciones, se están celebrando 200 años de vida independiente y republicana. Y si, miramos con objetividad, seguimos igual o peores que hace 200 años. El país sigue perteneciendo a los mismos oligarcas, seguimos gobernados por los mismos terratenientes y empantanados en las misma institucionalidad, que de una parte legaliza los robos de los con cuello y corbata y sanciona a los trabajadores con la represión abusiva de sus latentes represiones armadas, que por decirlo claramente, han disminuido solamente en cantidad, no así en brutalidad.
Te recuerdo Allende, por tu anhelo, tu consecuencia, tu incansable trabajo, tu lucha diaria por construir un Chile mejor.
Tu acto heroico no pasará, seguirá alumbrando la esperanza y es de esperar que esas anchas alamedas estén próximas.
Grande Salvador Allende.
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