En el vergel de mi huraño desvelo,
entre baladro y rumores alterados
repica la leyenda de un desencanto.
Se extravió en el gollete del tiempo.
El vigía desviste tus prudencias
mancilla el resabio de mis ansias
y me intima a delatar el alma.
Tu rasgos perfilan mis antojos.
La débil acústica de tu quejido
se moldea en el piélago turbulento
de mi reflexión vana y taciturna.
Se derrumban las cabos del recorrido
desde la turbada bobina del tiempo,
y se diluyen en un barranco difuso.
Se agitan los intentos secretos
y corroen el lecho de la razón.
Frente a mi pecho caminan tus pezones
y se desgranan mis auroras encantadas.
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