Salió ausente el rumbo a caminar
Bajo la agreste culebra de los ríos
Buscaba un precipicio y olvidar
Aquel amor que entristecía su congoja
Mas quiso la luna alumbrarle el corazón
Y en la orilla del abismo se detuvo.
De ese momento incierto
Surgieron blasfemias y plegarias
Brotó la risa y también brotaron lágrimas
Empuño las manos y apretó el alma.
La rabia se hizo eco medular
Entre praderas y montañas
Incontenible el dolor que le corroe
Luego vino el viento y serenó
Los surcos ácidos de sus palmas
Apretó las manos y olvidó
Por un instante los ruidos de la sangre.
En medio de la noche regresó
Menos dolido el corazón
Y más alegre la raza.
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