Cobíjame en la dulce turbación de tu piel
No preguntes pues no conozco el porqué
Sé que la soledad que llevo no necesita amor
Sólo la cálida intuición de tus palabras.
Me encantan tus lágrimas, públicas, sin pudor
Tu frío que calienta la noche de mi alma
Que acorta distancias y al tiempo lo ataja.
Ampárame bajo la ternura de tus manos blancas
Sin interrogar, ya que idea no tengo
No ignoro que la ausencia es dolor que cargo
Y necesito la templada caridad de tus sábanas.
Me embruja el sollozo heroico de matrona
El hielo que hipnotiza la sombra y mi nada
Y aminora jornadas y al turno lo estanca.
Asílame en tu lecho de empobrecidas lanas
Sin conjeturas, me siento vacío sin nada
Vengo a recoger el hálito de mis desgracias
Preciso de tu piel, tus besos y tu almohada.
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