Recabe la Nada el cordaje de mi entelequia
Maestra etérea de mis soberbias andanzas
Perenne universo de odiosa discrepancia
Con el mundo que ingenuamente rodeo.
Me encuentro en el cenit de mi brevedad
Sorprendido de aquel dedo que me apunta
Queriendo perturbar blasfemias internas.
Aunque empiezo a meditar mi pertinacia
Sacrificando minutos a agónica etapa
Resuena en el interior de mi inexistencia
La piel láctica y la alegría de Eva.
La observo como si disfrutara su decrepitud
(no yo, ella)
Enredando artritis en su viejo rosario
Rezando misterios de dulce adjetivo.
Remezo infortunios; carne y grasa
Insomne espíritu que lento transita
Vergel que un día fue esperanza
Hoy simplemente es pajarillo
que se prepara a volar.
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