Traigo ideas metálicas
para que me ayuden en la mecánica de mis versos,
pues, he vivido tras las rejas de tus besos
y llevo una fatiga de candados:
siento mi pobre esqueleto apernado
con la inicua golilla de tu recuerdo.
Necesito controlar la hidráulica voluntad de mis quehaceres
y en el taller de mis pobres huesos,
aceitar el quejido metálico del lamento.
Llevo chirridos de conjeturas
y siento mi corazón amartillado
he de cambiar la empaquetadura
y la pena que se oxida con mis pasos.
Abrir las válvulas de escape y desangrar
el óxido corrosivo de mis venas
cambiar las tuercas y los tornillos de mis penas
echarme alas nuevas y volar.
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