(A Ernestina Muñoz)
Me gustó recorrer
mis calles, tus senderos, nuestro otoño;
en sus veredas, melodías de las hojas,
como pasos de crujidas esperanzas
respondían a mis sueños.
Y encaminé mis pasos
por caminitos de aurora,
y en el alba me pasé preguntándole a las hojas
si, acaso, es terreno
el destino conque sueño
o si acaso,
¿vive sólo en las estrellas?
¡Dejad al buen Dios
la inmensidad del cielo!,
—contestaron me las hojas,
y busca en la hermana tierra
y en las espinas de las rosas,
de las flores su misterio,
y el misterio de las cosas—
Salí a buscarte, y, entonces,
entre fantasías juveniles y
pasiones lapiceras,
entraste en mi vida por colegios,
acuarelas de mil colores,
escuelitas de mis barrios,
tus manitas el liceo
y en mis recuerdos tu beso
el primer beso
¡Ah! mi primer beso,
a, b, c, dario.
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