RADIO PIANO BAR

28 enero, 2011

EL COLUMPIO DE NATALÍ


Natalí se columpiaba distraída y distante en el area de juegos del parque Bustamante.
Le gustaba el vaiven acariciador del viento que entraba por sus hermosas piernas, puesto que lucía una hermosa mini-pollera.
Ya cansada del esfuerzo de darse los impulsos por sus propios medios, que ya no siendo tan intensos como al principio, habían disminuído tambien ese maravilloso sentir que la hacía estremecer, sin que ella misma se diera cuenta del porqué, se dispuso a abandonarlos.
Al momento de bajarse, vio que pasaba un hombre por detrás de las rejas que dilimitaban el area de juego.
Obedeciendo más a un impulso que a otra cosa, lo llamó:
—Señor, señor…
El Individuo la observó como obedeciendo a un llamado de auxilio, y por esas cosas de la vida acudió presuroso a prestarle ayuda.
Ella lo miró temerosa, como arrepentida de su insensato impulso, y lo tranquilizo, diciendo:
— oh, disculpe, soy una tonta caprichosa
— no te disculpes mi niña, de pronto esas cosas ocurren, no es grave, disponiéndose a abandonar el lugar.
— señor, antes de irse quisera ayudarme a impulsar este columpio, por favor
— con gusto, profirió el hombre y se dispuso detrás de la chica a empujar la nave.
— más fuerte por favor, clamaba la chica, mientras de su boca aparecían verdaderos gemidos de placer.
— Más el vaivén aumentaba, más Natalí parecía gemir a medida que aumentaba el placer entre sus piernas.
El hombre, de pronto pareció hipnotizado por el vaivén, por el susurro, por el sonido de faldas al viento y cambió de posición, llevandolo a estar frente a Natalia.
— Gracias dijo la niña, al tiempo que juntaba sus piernas, por delicado pudor
— Quieres que siga?
— Ohhhh si, si no le molesta caballero.
— No me digas caballero, dime simplemente James.
—Okey James
James tuvo a la chica de frente y no pudo disimular su propio encanto, mirando esas piernas, por donde el viento parecía enjendrar todo el júbilo de la impúber Natalí.

Ella cerró sus piernas con fuerza, pero al mismo tiempo una coqueta sonrisa de agradecimiento aparecía en su rostro.


— tienes bonitas piernas, lanzó James
— James, por favor no me haga ruborizar
— De veras, insistió
Mirando sus ojos que parecieron sinceros, ella las entreabrió de un milímetro
— Ahora eres tú la que me pone nervioso confesó James.
— Te gustan de veras James?
— Realmente son hermosas…
— Natali, dijo ella
— Si Natali son bellísimas, como tu nombre, le dijo.
— Me encanta lo que dices dijo entreabriendo otro poquito sus delicados encantos.
— Más dijo Natalí como suplicando
— Si, más agregó James
— Los impulsos cobraron el sumum
— Y las piernas de Natali ya subyugaban a James.
— Te parece si nos columpiamos juntos?
— No digo que no…. Le dijo detras de una coqueta aprobación
Hubo momentos, segundos, minutos o tal vez una eternidad, en que James titubeo de su propio entusiasmo. Tuvo temor, sintió miedo del después, de lo que pudiera seguir, en la coquetería de Natalí, no existía ese problema, para ella se trataba sólo de un momento muy agradable y que probablemente no recordaría al día siguiente.
—pero debes decirme, de que se trata… sin dejar de sonreír
—olvídalo, creo que no debe ser…
—¿quieres explicarte James? ¿Ves algo malo?
—si, creo que si Nat, en realidad los dos en el columpio… me parece un poco aventurado, aunque no podría negar que sumamente agradable.
—de eso se trata James de tener una tarde agradable, dijo ella con toda la impunidad de su inocencia.
—pero hay más, y me asusta que no llegaras a comprender mi niña.
—¿comprender qué? Insistió Natalí, llena de dudas.
—la naturaleza del hombre. Los misterios de su propia naturaleza, incluso tu propio despertar.
—a dónde quieres llegar James por favor. Dilo.
—okey, ya te dije que eras muy graciosa, y que me gustas, ¿recuerdas?
—si
—bueno también debes recordar que de alguna manera te sentiste de alguna manera sorprendida y me hiciste saber que te ponía nerviosa, semejante declaración.
—si, así es tienes razón, ¿acaso debo preocuparme?
—por supuesto Natalí. por supuesto. Existe en este caminar, muchas cosas que yo mismo no alcanzo a comprender todavía, pero que ocurren.
¿Has escuchado hablar de la palabra “gustarse” “amor” “deseos”?
—gustarse, si, amor también pero deseos, confieso que no. Amen que se parezca a lo que experimento cuando me columpio… dijo al tiempo que se ruborizaba.
—efectivamente Nat, la aseguró él. Ese rubor a lo mejor te ayuda a comprender.
La chica caviló, se asustó de verdad y sin decir palabra, apartándose de James, echó a correr.

2 comentarios:

viento de arena dijo...

Es un relato tan dulce,
tanto
como lo eres tú.
Un beso.

JAIME LEÓN CUADRA dijo...

Decía un poeta chilote, del Sur de Chile: No vengo ni por el dulce, ni por la miel, vengo por la palabrita, que me dijo ayer...
Te adoro.