Evoco que un día, cualquiera de mayo,
Me fui yo a la alberca a conversar con el patio
No entendía que luego de tantos y miles de años
Debía abandonarle por otros contrarios
Y tan diferentes a mis traviesos pagos.
Y el patio me dijo con sabiduría del agro:
—Yo sigo siendo el mismo y tú has cambiado.
—No corres mis tardes ni riegas mis flores
—No brincas ni saltas ni trepas el árbol
—Ya ni la de fútbol amenaza con daños.
—Ahora tú miras tan solo tu auto
—También preocupado de tanto trabajo
—Tus sueños de niño se han esfumado.
—Yo también estoy triste y no será de mi agrado
—Que levantes tus cosas y te alejes del pago.
—Pero del niño travieso que corría mi suelo
—Sólo va quedando el dormitar del abuelo
—Tu padre que un día llegó terco y serio
—A formarles de niños a hombres de peso.
—No te aflijas, mi niño el travieso
—Cuando ya tú te vayas, guardaré tus secretos.
Volví de la alberca tranquilo y sereno
Seré parte de la historia de un patio de aquellos
Que en los años 50, mi niñez acogiera
Y que hoy me despide de tanto recuerdo.
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