
No tengo explicación, tus escritos de alguna manera masturban mis huesos hasta el dolor.
Encuentro sobresaliente ese arrastre a los suburbios impúdicos rodeados de presidios repulsivos que nos habitan. Ellos, a la luz de la realidad, una vez que son expuestos con la genialidad de tu pluma-bisturí, en su colosal perversidad, cuelgan avemarías y fetiches de todo tipo formando parte del morbo reflejo de nuestras propias heridas.
Me encantaría, como tú, encontrar también un poema en esos laberintos con aroma-pubis, de lenguas lamiendo metáforas o dedos oxidados por la humedad del inmundo y gigantesco placer.
Me quedo con la impresión de un carroñero, deseoso de penetrar tu selva y engullir tu dolorosa perfidia para limpiar mi propia perversidad.
1 comentario:
A veces cuando nos damos cuenta de la perversidad... estamos más limpios, estamos en peligro, se nos bajan las defensas... quién puede ser tan malvado, pérfido,... y darse cuenta de ello, es bueno estar "jodido y radiante"...
Saludos!
(bellrham_dinamitada@hotmail.com)
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