(Microrelato de Monsieur James)
La vio pasar. Sus trenzas sabían a libertad, sus calcetas a delicado pudor, su mirada era viento cálido mediterráneo, que le azotó incipientes arrugas. Supo que la mochila llevaba secretos inalcanzables.
La humedad vino a su rostro, recordó sus pantalones largos en aquel colegio, otrora, en que la conoció. Su trenza única, que parecía acariciar su espalda, le apretaba el pecho, el pelo negro le carcomía la memoria.
Desde su escritorio, el profesor dictaba la clase tratando de que aquella chica, de trencitas y calcetas no le viera llorar.
Profesor, quiso la niña, ahogando la pregunta en su pecho.
Cuando quieras, niña mía, contestó él desde su silencio.
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