RADIO PIANO BAR

06 enero, 2011

CHILE Y SUS CATÁSTROFES NATURALES Y NO NATURALES

Últimamente Chile se ha visto sacudido invariablemente por catástrofes de gran magnitud.

Sólo si comenzamos por la tragedia que produjo la erupción volcánica de Chaitén, cuya ceniza arrasó con todo un pueblo; nos detenemos en la más reciente y que dice relación con el terremoto seguido de maremoto de febrero último, estamos en presencia –sin lugar a dudas- a dos catástrofes naturales imprevisibles, pero…

Hoy, desde hace más de una semana, 33 mineros están atrapados en la Mina de oro y cobre San José, en la ciudad de Copiapó en el Norte de Chile. Esta desgracia no es natural y sobre todo previsible, si la comparamos con las anteriores.

Hay inmenso dolor, enorme angustia entre los familiares y los trabajadores especialmente del sector.

Todos los esfuerzos, se están haciendo para que este desenlace tenga un final feliz. Es nuestro más ferviente deseo y el de todos, no tengo dudas.

Pero fuera del inmenso dolor y la enorme angustia, esta tragedia deja al descubierto el voraz apetito de sus dueños, que según indican las informaciones que se tienen, ésta –la mina- no cuenta con la seguridad necesaria a su sana explotación, haciendo caso omiso de la legislación vigente en materias de explotación minera.

Entonces es natural que la rabia, la impotencia, vuelvan a invadir a la clase trabajadora del país, que produce además de mineral, muchos ricos, para los que la vida, no tiene ninguna o muy poca importancia, lo importante es el signo $.

El gobierno derechista, descabeza el aparato fiscalizador Geomin, geología y minas, dando un paso de gran alarde político pero de escasa utilidad en el caso concreto que nos ocupa.

Los dueños de la Mina, tranquilos viendo con enorme satisfacción de cómo el Gobierno se hace cargo de los costos (inconmensurables) de rescate, sin que ellos –los dueños- se vean afectados hasta el momento, bajo ningún punto de vista.

Desde esta perspectiva, sin dudas, serán los trabajadores que paguen, por las fechorías de sus victimarios. Aquí, se pone de manifiesto el trato diferente que se da a los criminales de cuello y corbata, respecto muchas veces de los desórdenes provocados por huelgas en que trabajadores, estudiantes, pobladores de campamentos y comunidades mapuches, llevan a cabo en defensa justamente de los repetidos e insistentes atropellos de los que son víctimas tanto del sector empresarial que del mismo Estado, y en que éste -el Estado- saca a relucir todo su destacamento represivo, como en los mejores tiempos de la dictadura, en contra de legítimos manifestantes, por la perenne odiosidad en torno a las injusticias que se cometen y que siempre tienen justificación entre la clase política, que siempre parecen –y lo son- legales, pero totalmente injustas.

Se cambia el Gobierno, y todo sigue igual. En otras palabras, El Circo, cambia los payasos y los actores, pero la función continúa señores.

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