Guardé tu foto en mi escritorio. La encontré especial. Tenía melancolía en los ojos y parecía querer hablar. Busqué otro día, de dónde venías y me interesé en ti, claro “ti” se refiere al dulce rostro de la foto, pero mi interés fue y va más allá del solo retrato.
Pero no supe mucho, aunque me cercioré que mi primera impresión, luego de leer uno de tus poemas, era de cierta melancolía y hablaba con amargo olvido de una primera vez y una actual y eventual estructura de sirena…
Pero no me atrevo a profundizar, algo me detiene a proseguir en tu búsqueda, aunque tu mirada sigue mordiendo mis manos y secando la tinta y el tintero. Entera, eres una delicada metáfora de frente ancha. Confieso conocer tu voz que sabe a mediterráneo.
Más de un mensaje encontrarás en tu bandeja y quizá te haya enviado un peluche regalo. Pero estimo que mi -no diré timidez- prudencia es absoluta y necesaria.
Igual disfruto y peno al mismo tiempo, por no saber si tus ojos tienen pena o sólo quieren hablar.
Ojala que este texto logre tener continuidad
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