Pocas perspectivas de sociabilidad entreví, luego que mis hijos, algunos no adultos todavía, se emanciparán de la tutela paterna.
La familia sufre cambios, diría, ya con la cabeza fría, no necesariamente necesarios, pero inevitablemente inevitables, para completar la frase, de alguna manera contradictoriamente, contradictoria.
Los detalles no vienen al caso, pero podría afirmar que son, en alguna medida producto de una nueva realidad que comenzamos a vivir, algunos de tantos exiliados por el mundo y naturalmente complicados por las taras propias de cada núcleo o clan familiar y que se arrastran desde quien sabe cuántos miles de años.
Esas taras, se fueron haciendo cada día más insufribles y definitivamente cada uno se refugio entre sus hijos y la descendencia de estos.
Este fenómeno no afecta sólo a exiliados, nos afecta a todos por igual, en el caso nuestro quise solo significar que esto es un poco más duro, pues se vive alejado también del terruño y toda aquella cultura que nos es tan propia.
Entonces, surge de entre las nuevas tecnologías, este motor invisible que nos empuja a un mundo virtual –cada día menos irreal - y nos indica al mismo tiempo, que existen nuevas formas de comunicación, nuevos formatos de integración –sea por intereses comunes, gustos afines- o simplemente como una nueva oportunidad de expresión.
La soledad ya no está tan sola, del otro lado, otro ser deambula por la red tratando de encontrarse a si mismo, leyendo páginas –blogs- uniéndose a algunas de ellas, compartiendo puntos de vista, comentarios, diversas reflexiones sobre casi todos los temas imaginables que atraviesen nuestro sentir.
Sin gran esfuerzo, por el contrario, con alegre asiduidad nos vemos envueltos en este nuevo fenómeno, que además de acompañarnos, nos sorprende y nos interroga con más frecuencia y claridad que la misma confrontación de mano a mano, con aquel que o fue nuestra pareja, ó fueron nuestros amigos.
Entonces, cada uno de nosotros busca un nick, luego se crea una dirección electrónica, delata algunas de sus virtudes y deja entrever, como en toda relación que se crea, sus propios defectos. Defectos de los que todos carecemos, indiscutiblemente.
Y empiezan a crearse, lazos, afectos, y adicciones que tomarán la forma de “nuevas ilusiones” suerte de una nueva modernidad de la “esperanza” en donde al comienzo las mentirillas o grandes mentiras, son tanteadoras del nuevo terreno que pisamos.
Total no eres necesariamente tú, mas bien ese otro “tú” que ahora has bautizado con un nick, que aunque de alguna forma delata algunos de tus rasgos, no lo hace de cuerpo entero. Relato que lo continuarás… en la medida que el tema logre interesaros y podáis aportar vuestros testimonios, en una suerte de: Déjame yo sigo… evitando por cierto, la identificación y ateniéndose solamente a hechos, experiencias, etcétera.
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