RADIO PIANO BAR

06 enero, 2011

DIVAGACIONES - ESCUDRIÑANDO LOS BORDES

INTROITO

La figura se tiene fija en el centro de una escalera, como un remolino perverso, una ventolera presta a desatar el peor temporal. Es transparente, magníficamente soberbia. Es un perfil indómito que apunta con su dedo implacable el camino que nos queda por franquear, antes de que el cadáver que somos, empiece a transitar el seco humor de los huesos, mirando desde la cuencas vacías el colosal precipicio de las dudas, a donde, ya dócil, por el tiempo que no existe y que le ha carcomido las entrañas, sin voluntad otra que el invulnerable destino, se dirige.

El reloj de arena, cumple su perenne función y los personajes entran y salen del Coliseo, mudos, fatigados, alegres, confusos, enérgicos en una Pandora llamada necesaria diversidad.

Ajenos, alienados, víctimas de “la vida continúa” nadie cuenta los peldaños de su propia escalinata; todos miran desde dentro del escenario de sus propias fantasías, una multitud ausente, indiferente a todo y a todos y que gime cada vez que impulsados por mecanismos de la voluntad, se encuentra en uno de esas gradas que le toca indefectiblemente subir o bajar, sin que las acciones mencionadas sean garantía de bien o de mal.

La parafernalia que por momentos parece idílica, alentada por las musas que bajan del Olimpo, anunciando quimeras, se torna sombría y los mandingas que acechan desde la oscuridad, tejen su manto de angustia.

Paralizados por el temor de vivir según nuestros propios criterios y valores, nos incorporamos definitivamente al colectivo, ese que nos hace un número más en la multitud inconciente, pero que nos identifica, desgraciadamente, como un ente sin destino en los grandes acontecimientos de la vida.

No es fácil entonces vivir según sus propios designios, difícil es también sacudir todos esos atavismos que nos ligan a la vida contemplativa y falta de personalidad.

Pero cuando se logra, por Dios que la vida se vuelve benéfica y adquiere su verdadera importancia.

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