
Entré en un monólogo colosal. El olor al papel de la Revista “OKEY” (no sé si es atávico, pues me ha pasado con el aroma del aromo, por aquí en “tierras de nieves”) en las que mi madre seguía semana a semana la serie Genoveva de Brabante, la fantástica y legendaria historia de la esposa de Louis II de Baviera, casta y falsamente acusada por el mayordomo Golo…. mi padre probablemente las Aventuras de Mandrake el Mago y yo el imperdible Roy, si Roy Rogers, el vaquero favorito de nuestro aporreado biógrafo parroquial, me trajo a la memoria una serie de personajes que formaron un tanto este deseo de imaginar cosas.
La revista concebida en principio para niños fue editada por Zig Zag, por las décadas 50 y 60, allá en la tierra de mis columpios o las pelirrojas de mi sobrino Judah. La revista "Okey", recopilaba historias de carácter extranjero en desmedro de nuestra propia cultura, al que sin embargo el genial Pepo, pudo recrear y para beneficio de nuestra propia historia humorística, un personaje que abarca todo el espectro del “maestro chasquilla” como se conoce en la calle, a nuestro obrero, autodidacta por obligación y necesidad, al que la escuela, casi se podría afirmar aquí, le estaba prohibida. Se trata del imperdible “Condorito” personaje aún vigente para delicia latinoamericana y por una empresa editora mexicana, creo.
A ver, parece que me atraganto con este monólogo, pero todo se vino de golpe. Disculpen.
Es raro que de pronto vengan a la memoria, no sé si a la espiritual o a la corporal, estos olores salidos de ninguna parte.
Lo cierto es que mi madre y algunas vecinas del barrio, intercambiaban acerca de los acontecimientos que se producían semana a semana, en la novela que entretenía sus interminables y tediosas obligaciones. Imaginen ustedes, María de Brabante era sospechosa de la infidelidad y, posteriormente, juzgada por su marido, declarada culpable y decapitada. Pero en la novela se decía que había sido condenada a vivir en una cueva y que más tarde comprobándose su inocencia habría recuperado su dignidad.
Lo de Mandrake el mago, no lo puedo afirmar a ciencia cierta, mi padre por decirlo de alguna manera, si acaso lo leía, no era necesariamente el tipo a comentar estos episodios. Lo recuerdo si con el lápiz en sus crucigramas a la hora del almuerzo, cuando todos esperábamos ser los primeros en caer en el periódico de la semana “Las Últimas Noticias” (claro el domingo estaba dedicado exclusivamente al “Mercurio”) Ya en esa época éramos arrastrados en la corriente Conservadora en la que Satán era el presidente de la incipiente ola de cambios sociales y de sus partidos Socialista y Comunista. (lo que mucho antes fuere atributo de los llamados liberales o bolcheviques, por las mismas viejas del Barrio Alto que salieron a tocar ollas, en medio de la efervescencia popular, cuando Allende, se atrevió a llevar a cabo los cambios, que hasta ahora le hacen bien a algunos chilenos).
Sigamos con la revista “Okey” muy popular en la época y que daría junto a la radio (am) finalmente, la idea de la televisión… ¿o me equivoco? (imaginé en mi monólogo la siguiente fórmula: monos más sonido = televisión), de Perogrullo…
Estos monólogos imprecisos, sin dirección aparente, persiguen logros… no los crean tan ingenuos.
El héroe para mí lo constituía el vaquero (cow-boy) justiciero, pero del lado de la gente bonita, por supuesto. Es decir… de los Cruz Coke del relato anterior…
Veamos a que me dirige este recuerdo surgido de fantasías del olfato. El hecho de revivir, por la lectura, las historias ya sea medievales o, simplemente, la actualidad contada en esa época por los vencedores. (hoy día un poco menos cierto, gracias a Dios) nos permitía mucha imaginación, muchas veces adelantándonos al capítulo a venir y proyectando nuestros propios escenarios.
Ya nos los aburro más. Hasta pronto…
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