SIGUE DE REACCIONES A UNA CATÁSTROFE
Mientras el movimiento sísmico, (llámese CATACLISMO) del sur latinoamericano, le permite a la tierra nuestra ir equilibrando su devastadora salida de madre, con su colosal energía acumulada, el ser humano también da muestras de insospechada “humanidad”.
Conocemos entonces muchas muestras de estimable generosidad, de entrega sincera y de actos que lindan lo heroico. Hombres y mujeres nos conmueven, nos emocionan, nos dan lecciones difíciles de olvidar. Esto se da, y debemos destacarlo, entre los más perjudicados, los por siempre postergados de nuestra clasista, bárbara e injusta sociedad; lo que, por cierto, engrandece aun más sus muestras de solidaridad, de hermandad y de absoluta abnegación. Sentamos fehacientemente también, que en definitiva y aún en desmedro de lo que dicta el armamentismo desenfrenado de los gobiernos, los pueblos somos hermanos.
Pero, (maldito “pero”) están los otros, aquellos encorbatados y faranduleros “patrones” que se presentaron con sus millonarios cheques y que ahora quieren a toda costa y con gran rapidez recuperar esos ceros que agregaron a sus desmedidas chequeras. ¡Dios nos libre!
Los arriendos (hablamos de habitación) y aprovechando la tragedia se dispararon hasta en un 100 y más por ciento del valor en situación “normal” (ya abusivo, sin dudas). Las tarifas de los transportistas, el precio de los insumos, los materiales de “re-construcción” etcétera… Sumemos ahora los despidos arbitrarios, sin compensación y sirviéndose de los subterfugios de la llamada legalidad e invocar como la razón principal de su descomedida humanidad el leguleyo y consabido enunciado para el bronce “DESPIDO POR FUERZA MAYOR”.
El cemento, la arena, los clavos, la madera etcétera… se irán a las nubes, el rico recuperará con creces su generoso donativo, y el pobre poblador seguirá inflando las arcas, de aquellos que no sufrieron los efectos del terremoto, sino que se aprestan a enriquecerse todavía con el dolor y la desesperanza de los infortunados de siempre.
Un impuesto permanente a la riqueza abusiva, y de eso conoce bien el nuevo equipo de gobierno, equivalente solamente a un 30%, reconstruiría un Chile digno, seguro y por ende para todos los chilenos.
Ellos son quienes nos administran, los dueños de todo. Este verdadero y siniestro sismo es inalterable y me pesa desde mi nacimiento y le pesó a mi padre y a mi abuelo y al padre de mi abuelo y así por los siglos de los siglos, Amén.
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